En el universo de Jorge Porras Olmedo hay una inmensa dosis de belleza, pero también de incertidumbre, tal como puede ocurrir en los sueños, aun en los más inolvidables. Las enigmáticas mujeres que pueblan sus cuadros- realizados con una técnica pura y refinada y con un absoluto dominio del color, la composición y el sabio dibujo-, son todos seres encantados, cautivos para siempre en la cárcel de su hermosura y de indescifrables enigmas que, en vano, trataríamos de descifrar. Los guerreros que vienen cabalgando en corceles de coral tallado o en las más inverosímiles bestias de la quimera, proceden, asimismo, de orbes secretos, y no sabemos si serán héroes que combatan dragones, para liberar Andrómedas de excepcional y desnuda armonía, o mercenarios, de esos que atraviesan, como en un cuento de Alejo Carpentier, las guerras del tiempo.
¡Cuidado con las armas y las miradas afiladas de estos personajes! Todo aquí es inquietante, y al mismo tiempo seductor, todo puede transformar o petrificar al espectador, todo oscila entre la magia de lo neo-surrealista y la libre fantasía de un artista hecho para concebir las más audaces utopías del arte ecuatoriano.
Jorge Dávila Vázquez